viernes, 26 de noviembre de 2010



nada es comparable
solo la misma realidad

el se halla en la sombra de casa
y me mira a la distancia y corre
la rapidez del ojo no engaña,
somos el fracaso sin uniforme

corremos por los prados con nuestra vida
nuestra vida conciente y la otra que nos espera
para volar enrollados en sábanas descoloridas

ya no deseo encontrarte
porque quizás en algún lugar
estarás sonriendo y escuchando el mismo rumor
ese que a mi también me hace sonreír

en la soledad duermes bajo algún techo
luciérnaga apagada, húmeda
tras las cortinas, y los fríos ladrillos
odiando la ausencia de las ventanas

la edad del odio nos abandonó
ahora vagamos lúgubres por la calle
abriendo botellas empolvadas

la fabrica de palabras que guardabas en el pecho
la aterciopelada manera de mandarme a la mierda
las medias rotas que te las ponías los lunes
la prensa sensacionalista a los tobillos de mi puerta
gravemente enferma de sociedad
mitad arrepentidos mitad insatisfechos
perdonando nuestros excesos
hasta que las luces de neón
nuevamente vuelvan a hipnotizarnos
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los unicornios que ladran 1



Se siente tan bien andar en cualquier dirección, y salpicarse uno mismo desde el cielo cuando se avecina una tormenta.

Me gustan tantas cosas en realidad, pero mis gustos han cambiado, o mejor aún, aquellas cosas han cambiado de estado, de forma, de tiempo, de espacio, las pelotas, la leche, los largos paseos por quebradas, las peleas en medio de los partidos de fútbol, y sobre todo el árbol de capulí que conservaba mi abuela hasta hace unos cuantos años, recuerdo incluso el olor a alquitrán de las calles azotadas por el clima y los viejos autobuses que también eran mi pasión, los cuerpos que deambulaban por todas esas calles eran figuras intermitentes, que con los días se encendían para darme luz, y por las noches se apagaban para dejarme descansar, las voces que me llamaban a medio día para tomar la sopa de fideo.

La plaza, el mercado, la comida, los eternos perros callejeros mirando con devoción los cerdos llenos de moscas adornados con lechugas y tomates calientes, muchas veces intentaba adoptar alguno para hacer más divertidas las tardes en los alquitranados parques del barrio.

el tiempo pasó y sencillamente todo a cambiado, el tiempo, el lugar, el espacio, y los perros, algunos incluso tienen ropa, quien lo diría, hasta perfumados, peinados, pintados, y hasta ahorcados, en los sitios más inhóspitos, o no! que inhóspitos ni nada, en cualquier campo, "pero cualquier campo puede ser un lugar inhóspito"

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