sábado, 23 de abril de 2011




No hay respuestas, ni preguntas, no existe el momento preciso, por lo menos en esta historia, ni tampoco revelaciones en alguna página, no puedo adoptar esa postura de redactor, todo se percibe, todo es evidente, mis ojos lo relatan, mi tacto, el color de mis mejillas, donde mi propia realidad te evita, y anclada en viejos calendarios, yo veo un mañana indiferente, con días como eslabones de una cadena oxidada, sin fin, una órbita, donde el fin soy únicamente yo.

Después cuando ya no quede nada, y en las calles solo ilumine la enfermiza luz de esos almacenes, estaré yo buscando esas dosis que alguna vez las soplabas detrás mi oreja.

El único paralelismo de este espacio son las mentes, nada puedo decir que no necesites escuchar, ni nada puedo yo hacer, que sientas como un hecho.       
a veces en la calle, a veces en los cuartos destinados, en la calle, parece que todos nos confundimos y no necesariamente, la era de la indiferencia con paréntesis, quizás cuando la ley deje de existir sea cuando surja la justicia, cuando dejemos de creer en los jueces y en otras imposiciones.

quizás en ese momento